Ecologistas advierten que no se deben limpiar las playas retirando algas y piden eliminar duchas
Ecoloxistas en Acción presenta un decálogo que podemos seguir para ayudar a la conservación de los arenales, tan visitados ahora que llega el verano y las vacaciones. Son unos ecosistemas clave para la biodiversidad y el ciclo del agua que están en regresión por causas como la proliferación de paseos marítimos o embalses.
Ecoloxistas en Acción alerta que las playas están dejando de ser ecosistemas naturales para convertirse en espacios donde prevalece la oferta de servicios a los usuarios mediante lo que ven como intervenciones urbanísticas intrusivas, en lugar de preservar los procesos naturales y la diversidad biológica.
Para paliarlo, la organización ecologista ha desarrollado diez principios para una gestión sostenible de las playas. Uno de ellos es la retirada de los lavapiés y duchas, pues interpretan que son una "necesidad creada" de la que se puede prescindir y que perjudican a los microorganismos de los arenales. Argumentan que son de líquido, a menudo procedente de la traída de agua potable.
LAS ALGAS NO SON SUCIEDAD
Además, los ambientalistas advierten sobre el problema adicional de sacar de las playas los restos de plantas y algas marinas, a menudo utilizando maquinaria pesada. Debido a la falta de conocimiento y sensibilidad ambiental, estas algas se siguen asociando con suciedad y abandono, cuando son parte fundamental del ecosistema.
Según se explica en el documento, las playas son áreas críticas para la alimentación de vertebrados superiores de gran importancia, como los peces, y para la anidación y conservación de las aves. Además, la arena porosa desempeña un papel fundamental como un sistema de filtración y purificación del agua, mineralización de la materia orgánica y reciclaje de nutrientes.
URBANISMO INTRUSIVO
Por otra parte, Ana Díaz, portavoz de Ecoloxistas en Acción, recuerda que es fundamental restaurar las playas para restablecer su dinámica natural y permitir que cumplan sus funciones, estableciendo límites a nuevos proyectos urbanísticos, como ampliaciones de puertos, y recuperando y protegiendo los sistemas dunares cuando sea posible.
Además de los embalses, que restan aporte de sedimentos, infraestructuras como paseos marítimos, espigones, rellenos o dragados interrumpen el flujo longitudinal de los pocos sedimentos que llegan y las construcciones en primera línea impiden el intercambio transversal de sedimentos. Así, no debe extrañarnos que los sistemas dunares vayan desapareciendo.
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