De oca en oca

Manoel Barbeitos
Economista

Archivo - Papeletas en un colegio electoral de Galicia en las elecciones generales de 2019.
Archivo - Papeletas en un colegio electoral de Galicia en las elecciones generales de 2019.

Tras la decisión que ha tomado la presidencia de la Generalitat adelantando las elecciones catalanas, vamos a tener en España todo un maratón electoral en un muy corto espacio de tiempo: elecciones vascas (21 de abril), elecciones catalanas (12 de mayo) y elecciones europeas (6-9 de junio). Unas convocatorias que sumadas a las gallegas (18 de febrero), a las generales (23 de julio 2023), locales y autonómicas (28 de mayo del 2023) van a suponer que en un año se celebrarán en España siete (7) convocatorias electorales: de oca en oca.
 

Ante este maratón electoral uno no puede por menos que preguntar si la clase política de los pueblos de España está en algún momento pensando en la ciudadanía. Si acaso no corre el riesgo de que crezca una cierta saciedad, desafección y cansancio democráticos. Si repasamos los datos de participación vemos que en las elecciones generales fue del 66,59%, del 65,19% en las locales, del 63,91% en las autonómicas y del 67% en las gallegas. En ningún caso se puede hablar de una participación elevada por lo que parecen justificadas las dudas de cara a este maratón electoral.
 

Si empezamos por las elecciones autonómicas en el Pais Vasco y Catalunya, y pasado el barullo de la amnistía (donde las derechas extremas colectaron una nueva derrota: al señor Feijóo le está quedando la cara de Poulidor) resulta indiscutible que el escenario político en el que se van a celebrar es muy, muy diferente. Diferencias que parten de un marco político-jurídico muy distinto, ya que mientras Euskadi cuenta con un Estatuto (Guernica 1979) legitimado y con refendo popular (25 de octubre de 1979) que, además, le permite disponer, por ejemplo, de una financiación privilegiada. Catalunya tiene un Estatuto que le fue impuesto (2010) por el Tribunal Constitucional por lo que carece de la imprescindible legitimidad popular. He ahí una de las razones que explican una mayor conflictividad en Catalunya pues la mayoría de los ciudadanos catalanes no consideran al actual estatuto como suyo.

 

Resulta también diferente la posición de salida de los distintos partidos políticos. En el País Vasco los mayores interrogantes pueden estar en los resultados que finalmente saquen tanto Bildu (27,9% en el 2020) como el PP (6,8%). Mientras el primero aparece en alza el segundo es una incógnita aunque nada indica que vaya a mejorar ostensiblemente el resultado actual. Todo apunta a que se prolongue un gobierno PNV/PSE-EE y las dudas pueden estar en si repetirán la actual mayoría absoluta. Un resultado que de producirse será un respiro para el gobierno español de turno (PSOE/Sumar), una nueva derrota para las derechas extremas (PP,Vox) y una confirmación de que en España el soberanismo vasco sigue siendo imprescindible para avanzar en democracia.

 

Mayor incertidumbre presentan las elecciones catalanas ahora con la aprobación de la amnistía. Una mayor incertidumbre en la que la presencia o no de Puigdemont va a ser menos relevante de cara al resultado final del que no pocos aseveran. En posición de salida tenemos dos partidos (PSC, ERC) mucho mejor posicionados que el resto pues cuentan con un candidato claro (Salvador Illa, Pere Aragonés) y unas estrategias políticas mucho más perfiladas. En el campo soberanista JxCat aparece sin candidato definido y con la incógnita no menor de si desde sectores independentistas (próximos a ANC) deciden finalmente presentar su candidato. Si se confirma la anunciada victoria del PSC, con Salvador Illa de Presidente de la Generalitat, no hay duda de que la nueva situación en Catalunya será muy diferente a la actual. Un escenario catalán en el que el PP (Partido Popular) –del que tampoco se conoce el candidato- seguirá siendo una fuerza muy minoritaria. La incógnita puede ser cómo habría reaccionado el imprevisible JxCat si vuelve a quedar fuera de la Generalitat y qué posición adoptará en el Parlamento español. De cualquier manera y, al igual que sucede con el País Vasco, se demostrará que los soberanistas catalanes siguen siendo imprescindibles para avanzar en democracia.

 

En relación a las elecciones al Parlamento europeo las incógnitas no son pocas. En primer lugar el nivel de participación que no suele ser muy elevado (60,7% en el 2019), por lo que cualquier variación significativa puede modificar lo reparto final. No menos interrogantes levanta si se confirmará, o no, el continuado ascenso que está experimentando la extrema derecha en toda Europa. Dudas que también siembra una izquierda muy fragmentada y con una socialdemocracia -que había sido uno de los pilares fundamentales de la UE- en peligro de extinción o cuando menos de mermar. Pero la mayor incógnita va a estar en si los ciudadanos de los pueblos de Europa somos conscientes de la relevancia de estas elecciones en vista de tanto la situación actual en Europa como la suicida cesión de soberanía que los estados de la unión hicieron a favor de instituciones europeas sin apenas control democrático y la necesaria legitimación popular (Consejo Europeo, Comisión Europea, BCE).

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